La banda de los Pincheira actuó entre 1817 y 1832 y llegó a contar con cientos de hombres en sus filas. No fueron los Robin Hood del campo ni un grupo de vulgares forajidos. Los hermanos Antonio, Santos, Pablo y José Antonio Pincheira se alzaron contra las tropas patriotas en 1817 y durante 15 años mantuvieron una guerrilla en nombre del rey. Asaltaron, saquearon y robaron mujeres a cambio de recompensa. Sus correrías llegaron hasta Buenos Aires y fueron un problema sin solución para el gobierno.
El 10 de julio de 1829 un ejército chileno llegaba a Mendoza. Cinco días después, el gobierno mendocino -en medio de una guerra a muerte entre patriotas y realistas- firmaba un tratado en el que entregaba la seguridad de la provincia al comandante del grupo. Pero estos hombres no representaban a la naciente República de Chile ni portaban banderas de independencia. Al contrario, enarbolaban la defensa de la monarquía española y eran conocidos a ambos lados de la cordillera como Los Pincheira.
La leyenda los ha presentado como asesinos sanguinarios, ladrones sin cuartel y secuestradores de mujeres. "Eran peores que los del Frente", dijo el ex senador Sergio Onofre Jarpa, haciéndose eco del mito. TVN, en la teleserie que emitió sobre ellos, los situó un siglo más tarde y los mostró como una banda de guapos cuatreros, de vistosos trajes, estilo Robin Hood y residentes en una cueva de dos pisos con ducha. Pero la historia de los verdaderos Pincheira es otra.
"No fue una gavilla de bandidos; manejaban aspectos del bandidaje, como los saqueos, pero se trataba de una guerrilla cuyo objetivo era la defensa de la autoridad del rey", dijo la historiadora Ana María Contador, autora de 'Los Pincheira, un caso de bandidaje social'.
Editado por el sello 'Bravo & Allende', la citada obra es la investigación más exhaustiva existente hasta ahora sobre el grupo. Recurriendo a documentos oficiales, archivos judiciales, cartas y testimonios de ex integrantes, Ana María Contador desmitifica su historia y hace un detallado retrato de los Pincheira.
Nace la banda La primera noticia sobre ellos es en 1817, cuando asaltan Chillán comandados por Antonio Pincheira, el mayor. Santos, Pablo, José Antonio y dos mujeres completaban la descendencia de Martín Pincheira, empleado en la hacienda de Manuel Zañartu, en Parral.
Educados con los frailes franciscanos, los hermanos Pincheira fueron parte de la resistencia al nuevo orden que querían imponer O'Higgins y compañía.
"Era una época de gran inestabilidad. Después del triunfo patriota de Chacabuco (1817), el Ejército realista se dispersó al sur y en toda esa zona los civiles se alzaron en armas para defender la causa del rey", indica en su obra Ana María Contador.
La historiadora recuerda que los religiosos del sector eran contrarios a los principios patriotas y se mantenían fieles a la monarquía y la iglesia. Y para los lugareños, atentos seguidores de la palabra católica, era su deber de cristianos defender al monarca. Así fue como los Pincheira se alzaron en armas.
Y no estaban solos. Recibieron ayuda económica de hacendados, como el mismo Manuel Zañartu, quien fue declarado enemigo de la patria. Clemente Lantoño, otro terrateniente de la zona, también apoyó al grupo y en 1827 todo el Cabildo de Chillán fue acusado de colaborar con los "facinerosos".
Ejército guerrillero Si en un principio la banda la integraron principalmente campesinos, pronto se unieron a ella otros miembros. La persecución de sospechosos realistas por parte de los patriotas y los inefables abusos de poder llevaron a muchos a unirse a los rebeldes. Parte de la tropa independentista, "exasperada de la necesidad y falta de sueldo", según informes de la época, fue a dar también a sus filas.
De esa forma, el contingente de Los Pincheira creció y se transformó en una gran fuerza. Los informes hablan de entre 500 y 1000 hombres. En sus huestes también entraron bandidos netos, ex presidiarios y una fauna de fugados de la ley. Pero pese a ello, subraya Ana María Contador, la banda mantuvo una estructura militar, donde el más alto rango lo ocuparon siempre los hermanos Pincheira.
Entre 1817 y 1832 asaltaron numerosas veces Chillán, Parral, Linares... hasta llegar a Talca, Curicó y San Fernando. Durante dos años, y tras una emboscada patriota, se radicaron en Argentina y sus correrías alcanzaron a Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, según Barros Arana.
Esa fue la época en que el gobierno de Mendoza firmó el acuerdo con José Antonio Pincheira, quien "desde el dia de la fecha -dice el tratado- es reconocido en la provincia de Mendoza por tal coronel, i jefe de la Fuerza del Sud".
El hasta ahora inédito documento, sostiene la historiadora, revela el carácter militar y político de la banda. Es más, ella asegura que los Pincheira llegaron a establecer una suerte de comunidad social, con familias, un cura que oficiaba misa y una economía basada en el pillaje.
Asaltaban, saqueaban y raptaban mujeres a cambio de recompensas, como fue el caso de Trinidad Salcedo, por cuya libertad exigieron "una carga de vino, dos cargas de harina (sic) y 200 pesos en Plata", según consta en el archivo del Ministerio de Guerra. Y aunque su fama habla de brutales asesinatos y descuartizamiento de niños, Contador dice que no hay documentación que pruebe tamaña crueldad.
Otra versión: una montonera:
Si bien las acciones formales de la Guerra de Independencia habían terminado hacía tiempo, un grupo de personas -bajo el pretexto de continuar defendiendo los derechos del Rey- mantuvo una enconada resistencia al gobierno republicano, entre 1823 y 1832. Este período de rebeldía y resistencia fue conocido como "la guerra a muerte".
Algunas versiones más 'oficialistas' (y por ello también más parciales o interesadas) nos cuentan que esos grupos de resistentes no tenían mayores objetivos políticos, pues se trataba solamente de una montonera (partida de hombres armados) que atacaban diversos pueblos y realizaban todo tipo de actos delictuales, que difícilmente podrían formar parte de una opción política determinada. Según estas versiones, los hermanos Antonio, Santos, Pablo y José Antonio Pincheira podrían inicialmente haber sido considerados como una montonera realista, pero sus acciones los fueron convirtiendo paulatinamente en una banda de delincuentes.
La montonera de los Pincheira estaba integrada por aproximadamente 400 hombres. Realizaban sus correrías en la Cordillera de los Andes y en los valles aledaños a Chillán, llegando incluso hasta San Luis, en Argentina. Tras sus asaltos -caracterizados, según esas versiones, por los asesinatos, el cuatrerismo, el rapto de mujeres y otros actos de extrema crueldad-, partían a su refugio en Palaquén. Se cuenta que entre sus acciones se encontraba el descuartizamiento de niños y el asesinato de ancianos. Pero, como ya se ha comentado antes, estos macabros detalles no han podido ser documentados ni hay ningún testimonio fidedigno que los refrende, con lo cual muy bien pueden pertenecer a la leyenda que sobre ellos fue formándose y engrosando con el paso del tiempo.
Algunas versiones más 'oficialistas' (y por ello también más parciales o interesadas) nos cuentan que esos grupos de resistentes no tenían mayores objetivos políticos, pues se trataba solamente de una montonera (partida de hombres armados) que atacaban diversos pueblos y realizaban todo tipo de actos delictuales, que difícilmente podrían formar parte de una opción política determinada. Según estas versiones, los hermanos Antonio, Santos, Pablo y José Antonio Pincheira podrían inicialmente haber sido considerados como una montonera realista, pero sus acciones los fueron convirtiendo paulatinamente en una banda de delincuentes.
La montonera de los Pincheira estaba integrada por aproximadamente 400 hombres. Realizaban sus correrías en la Cordillera de los Andes y en los valles aledaños a Chillán, llegando incluso hasta San Luis, en Argentina. Tras sus asaltos -caracterizados, según esas versiones, por los asesinatos, el cuatrerismo, el rapto de mujeres y otros actos de extrema crueldad-, partían a su refugio en Palaquén. Se cuenta que entre sus acciones se encontraba el descuartizamiento de niños y el asesinato de ancianos. Pero, como ya se ha comentado antes, estos macabros detalles no han podido ser documentados ni hay ningún testimonio fidedigno que los refrende, con lo cual muy bien pueden pertenecer a la leyenda que sobre ellos fue formándose y engrosando con el paso del tiempo.
Un ejemplo: el asalto a Linares
El amanecer del 26 de abril de 1826, la villa de Linares fue asaltada por los hermanos Pincheira. El gobernador de la villa en esa época, don Dionisio Sotomayor, nacido en Doñihue hacia 1777, defendió la plaza con las escasas fuerzas militares que poseía; rodeado en la Gobernación fue tomado prisionero y degollado junto a los vecinos Jacinto Novoa, Pedro del Campo y su yerno don Santiago Pincheira Tapia, mientras la montonera robaba y saqueaba la ciudad. Al día siguiente este heroico patriota y amigo de O’Higgins era sepultado en el cementerio de la villa, que estaba ubicado en la actual calle Yungay. La calle lateral a la actual Gobernación lleva su apellido, en su homenaje.
En ese asalto, realizado después de que la banda recibió un "refuerzo" de 80 soldados desertores, degollaron a todos los hombres y se llevaron a las mujeres. Dos años antes, en 1824, habían asaltado Neuquén, donde, según se cuenta, encerraron en la capilla a 14 mujeres ancianas y luego incendiaron el templo.
Fin de sus correrías Los gobiernos de la época dispusieron el envío de tropas para lograr su captura, pero no se obtenían los resultados esperados y, como represalia, los Pincheira redoblaban sus acciones. Además de los enfrentamientos armados, el Ejército recurrió a múltiples tácticas para destruirlos, desde infiltrar espías para crear intrigas entre los hermanos hasta introducir botellas de alcohol con el virus de la viruela en sus filas. Pero nada lograba resultados. En una de estas batidas (1827), Antonio Pincheira resultó muerto. Ello implicó un cierto grado de desbandada en el grupo, que luego fue recompuesto por sus hermanos, ahora liderados por José Antonio.
En 1827, el gobierno -a través del coronel Jorge Beauchef- trató de llegar a un acuerdo pacífico con los bandidos, pero sus propuestas fueron rechazadas.
Hacia 1832 Antonio había muerto en una batalla y Santos en un accidente en la cordillera, y los Pincheira se mantenían como el último bastión realista de Sudamérica. Solamente bajo el mandato de José Joaquín Prieto se logró poner fin a sus correrías. En ese mismo año 1832, un fuerte contingente militar al mando de Manuel Bulnes, salió desde Chillán en su búsqueda y los sorprendió en las cercanías de su refugio. Los militares propusieron conversar de paz y José Antonio accedió.
Fatal error: Manuel Bulnes aprovechó la confianza establecida y en una emboscada arrasó con ellos. Pablo fue fusilado y José Antonio escapó, pero al final se entregó. La batalla fue sangrienta y en ella murieron alrededor de 200 montoneros, lográndose rescatar a un numeroso grupo de mujeres y niños cautivos.
Contratado como empleado en la hacienda del presidente José Joaquín Prieto, el último de los Pincheira murió anciano, rodeado de hijos y de leyenda.
La narrativa sobre bandidos en Chile
Libros exhaustivos sobre Los Pincheira no hay muchos, pero sí existe una novela publicada a fines de los años 30 del siglo pasado que fue un éxito de público y ventas. Su autora es Magdalena Petit (1900-1968). Tras publicar 'La Quintrala' en 1932, también con gran éxito de lectores, escribió una novela sobre Diego Portales (1937). Sin embargo, el episodio o capítulo en esa novela que más llamó la atención de los lectores chilenos fue el dedicado a los hermanos Pincheira.
La banda se transformó entonces en tema de su siguiente obra, 'Los Pincheira', publicada en 1939 por Zig-Zag, sello que la reditó recientemente, y fue esa obra en la que se inspiró al equipo de realizadores y guionistas de TVN. Tal como se vio en la teleserie, la novela relata una historia de amor: el romance entre una joven secuestrada y uno de los hombres de confianza de Antonio Pincheira.
Pero la narrativa sobre bandidos no se agota aquí; Carlos Droguett con 'Eloy', Guillermo Blanco con 'Cuero de Diablo', Manuel Rojas con 'El Bonete Maulino' y Rafael Maluenda con su obra 'Los Dos', son sólo algunos de los autores que aportaron material al género. Y Enrique Lihn entregó una excelente antología en 'Relatos de Bandidos Chilenos', reeditada por Editorial Sudamericana.
Betssy Salazar - 2006 -
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