sábado, 21 de febrero de 2009

EL CORVO CHILENO




















El corvo chileno es un cuchillo con la lámina de acero arqueada hacia adentro (introrso), que difiere notablemente de los cuchillos combados de Oceanía y otras partes, donde se usan con láminas en forma análoga; pero en estas últimas regiones la punta está dirigida hacia arriba (estrorso).

El corvo es de un solo filo, y su hoja, encorvada, formando una media luna.

En Chile se han clasificado casi diez tipos característicos de corvos, entre los cuales se destacan los corvos de lujo, los corvos populares y los corvos historiados.

Un corvo de lujo bien rematado, bien hecho, puede ser uno cuya hoja curva mida treinta centímetros de longitud en total; de esto corresponden doce centímetros al mango y el resto a la lámina, la que termina en punta. Los corvos populares son los corrientes, los más democráticos; y siguen los corvos historiados, que son los que tienen en la lámina unas pequeñas incrustaciones en forma cilíndrica, de cobre, bronce y metal blanco. Dícese que estas taraceas son la contabilización de las muertes que se han perpetrado con dicha arma. Existen corvos que ostentan hasta veinte incrustaciones. Seguramente, con los años, se ha convertido la aplicación en un estilo: ya no testimonian, no dan fe de asesinatos. Hay otros cuyas láminas están marcadas con alguna letra, como con una cruz, contra la cual no hay quite ni baraja que valgan.

La empuñadura, el mango, o cacha, es de contornos poligonales y está formado por una serie de piezas de cobre, plomo, bronce, asta de buey, madera y plata, colocadas como anillos en el cabo. Todas estas piezas están sostenidas por un eje de acero, continuación de la lámina hacia el mango, la que termina remachada en la parte final.

Por el empleo del material de las empuñaduras se puede identificar el lugar de procedencia del corvo; así, en los mangos de los corvos del Sur se encontrará la rodaja de suela, madera, asta, y no de metal.

El roto usa el corvo entre la faja y el cuerpo, en la cintura. La faja es una banda tejida, cuyo ancho puede ser de veinte centímetros, y se distingue por sus colores abigarrados y por su longitud, que alcanza hasta seis metros, sumándoles los amplios flecos de los extremos. Con ella, el roto trabajador, el roto carretero, el roto de aguante, se comprime el abdomen para desarrollar un mayor esfuerzo. Rotos hay que cargan el corvo entre cuero y carne, es decir, junto a la piel, o simplemente enfundado en una pata de cabra, pata que ha sido despojada del hueso y que conserva pelaje; en el centro tiene un corte obturado con ligaduras de cuero o tripa, y este corte sirve para conferirle la curvación necesaria.


Para manejar el corvo hay que estar familiarizado con él. Es común oír decir que el roto es cuchillero. Sí, pero cuchillero fino, como ajustado a un código de honor. Entre peleadores y en plena lucha, aunque tengan blanco no pegan, hasta no fijar la puñalada certera, la que parta el alma y haga irse al contendor en un solo y largo quejido.

Los espectadores en raras ocasiones tratan de apartar a los adversarios, a no ser cuando estiman que ya han perdido el dominio de sí mismos y el cuchillo es blandido a tontas y a locas.

Hay que destacar que cuando la pelea es seria, el desafío se ejecuta atándose los pies, y entonces la lucha es formidable. Por lo general, buscan un solitario y apartado paraje, animándose u ofendiéndose cuando empiezan a cruzarse los filos. En esta ocasión se sirven de la faja, muchas veces de seda, con la que ambos se amarran el pie izquierdo. La mano derecha está como enguantada ya sea con una manta partida en dos, con una chalina o simplemente envuelta en un saco, a fin de que la muñeca no afloje el corvo; el brazo izquierdo siempre en alto, también está envuelto y sirve de escudo para barajar, parar los golpes, los cortes.

Pactado de este modo, el combate es a muerte: uno quedará panza al sol, guata arriba, con las tripas afuera, enredado en un corvo.

El vencedor, terminada la contienda, corta de un tajo la amarra, la faja.

El roto es decidido y valiente con su corvo. El roto ama su corvo y recuerda que ganó batallas a puro corvo (durante la campaña de 1879, el soldado lució en su uniforme el corvo, el que llevaba al lado izquierdo, en una elegante vaina).

Estos embelecos los empuñan los rotos pampinos para ventilar asuntos de ellos: defender una hembra, aclarar sus enredos, sobre todo cuando los dos sienten afecto por una misma mujer; a veces, una botella de pisco o una cuestión de minas suelen originar los encuentros. Hay puntas de corvos que han realizado proezas frente al abdomen descubierto de un contendor. Filigranas y arabescos se han escrito con sangre sobre la tostada y dura piel de los rotos, cuando estos son sufridos y no saben de dolores ni fatigas y caen sin pedir auxilio: el que es minero no chilla, aunque esté bandeado.

El corvo es un instrumento de defensa: por algo tiene una conformación arqueada como una garra; de ahí que cuando agarra desgarra.

En las manos de un malhechor se mancha, porque lo vuelve arma contundente. La parte terminal del mango la utiliza para dar golpes llamados cachazos. Por esta razón, la autoridad policial ha realizado campañas en todo Chile para suprimir el uso del corvo; pero su control es sumamente difícil, ya que éstos se pueden hacer de una lima, de un trozo de sierra, con las puntas de las hoces, en la casa, o al escape en las fundiciones.

Tomado de El Lenguaje de los cuchillos (Pág. 37-44) http://www.oresteplath.cl/antologia/baraja3.html


EL CORVO

Siguiendo al estudioso italiano Enrique Volpe: "...analizando el sentido de la forma del corvo, que es el arma más significativa del Chile viejo, creo que su significado nace de primitivas formas de bestias de presa de la fauna autóctona, por la hoja curva y corta.

La curvatura, demasiado cerrada, quiere imitar la garra maestra del puma, que era el mamífero más agresivo que merodeaba las cercanías de los campamentos mineros de las altas montañas de Cabildo, Petorca, Combarbalá y otros lugares solitarios donde abundaban las faenas mineras. De hoja más larga y menos curva era el corvo usado por los mineros del desierto de Atacama. Quizás una imitación desproporcionada del pico del cóndor o de la dura hoja del algarrobo. Corvos que causaron verdadero estrago y pavor en la tropas enemigas en la contienda del año 1879, y arma aún vigente..."



Forma de Portarlo

El corvo se lleva en la cintura, sobre el costado anterior izquierdo y con el filo hacia abajo-atrás, sostenido por el cinturón o faja, pudiendo usar o no funda. Las fundas también se hallan de materiales diversos, siendo difícil el diseño y construcción por la forma de la hoja y su modo de uso y desenfunde, además debe ser de un material inerte, ya que el cuero contribuye a la oxidación del metal. En definitiva, el corvo no es un arma para tener guardada, sino para ser llevada activamente.

Típicamente el corvo es de fabricación artesanal, pudiendo ser forjado por un maestro o por su propio usuario. El corvo es fabricado con materiales de oportunidad, lo que se puede apreciar, sobre todo en los mangos. Esto permite determinar la procedencia de un arma y la de su constructor o dueño.


Golpes

El corvo se toma como un martillo, con la punta mirando directamente al enemigo y manteniendo la mano a la altura de la cadera. La mano desarmada se mantiene cercana al cuerpo para contrapesar.

La forma del corvo permite usarlo de diferentes formas:

Tajo: se da con la cara interior de la hoja. Dentro de la distancia de ataque el corvo corta limpiamente, pasando de un lado a otro del cuerpo. Este golpe se aplica en la panza, cara, cuello e interior del codo.

Revés: se usa la cara exterior de la hoja, va hacia cualquier blanco y se aplica cuando el cuchillo vuelve de un tajo para aprovechar el movimiento, atacando siempre, aún al retroceder. Preferentemente se ataca al rostro.

Zarpazo: la Garra del Puma se clava de forma perpendicular y de arriba abajo al objetivo aprovechando el peso del arma y del brazo, desgarrando al continuar su trayectoria y atrapando al enemigo al tomar contacto con hueso. De esta forma se golpea a la cabeza, hombros y esternón.

Picotazo: El Pico del Cóndor se clava de forma perpendicular al cuerpo y al extender el brazo por completo, hacia dentro se hunde formando una herida curva hacia abajo, lo que permite perforar la cavidad toráxica o el cuello. La herida de entrada se ve pequeña, pero el daño producido es enorme.

Cachazo: Se usa en la corta distancia, pegando con el pomo en línea horizontal.

La pelea con corvo es brutal, la actitud mental es lo primero, ya que el corvo no tiene aptitud para la defensa, por su peso es lento para bloquear y su forma no permite cubrir un ataque y se reduce en cerca de una pulgada su alcance máximo. El corvo, una vez que se lanza el primer golpe, no puede detenerse. Por esto, el primer golpe debe ir a un objetivo vital e incapacitante y no perderse en atacar las extremidades del enemigo.

Quien esgrime un corvo debe esquivar de forma instintiva y sólo al tener a la vista un blanco seguro, atacar. El ataque se realiza a fondo buscando las partes más sensibles y dando golpe tras golpe, rematando al enemigo múltiples veces. La violencia evita además la intervención externa, ya que un tercero que intentara intervenir podría resultar malherido.

1 comentario:

  1. MUY BUENO TU BLOG, RAMIRO, SOY UN AMANTE DEL CORVO CHILENO...DE HECHO ES MI ESPECIALIDAD EN MI HERRERIA SOY UN ESTUDIOSO DE ESTE AMADO CUCHILLO Y ME ALEGRA QUE SEA APRECIADO POR SU VALOR HISTORICO HACE MAS DE 7 AÑOS QUE FABRICO CORVOS Y CADA UNO TIENE PARA MI Y PARA SU DUEÑO UN VALOR Y CARIÑO INIGUALABLE, CADA PERSONA QUE ME PIDE UNO LO PERSONALIZA PARA HEREDARLO Y MANTENERLO EN SU FAMILIA COMO SIGNO DE FUERZA CHILENA NO SE CUANTOS HE FABRICADO EN ESTOS AÑOS PERO TODOS SON UNICOS, PICOS DE LORO, UÑAS DE DIABLO, ATACAMEÑOS, HUASOS, MILITARES... SE ESTOS TRABAJOS PERDURARAN EN EL TIEMPO Y BRILLANDO POR CHILE ,NUESTRO AMADO CHILE...

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